Los guionistas novatos están cometiendo un error
Hay un aspecto que separa a un guionista del montón de uno extraordinario.
Uno entre tantos, pero hoy contaré este.
La mayoría de cortometrajes amateur, también los primeros largometrajes que hacemos, están cargados de diálogos. Obligan al personaje a decir todo lo que su creador necesita mostrar.
Dentro de un guion, las conversaciones son importantes. Pero hay algo más que se oculta entre líneas. Algo que podría provocar el brinco del espectador para aplaudirte – a los profesionales del audiovisual les encanta esto —.
Además, la mayoría de películas más taquilleras, documentales multipremiados, o series muy galardonadas, lo tienen. No sé si has caído ya en lo que estoy a punto de revelarte.
En este artículo desgranaré una de las cosas que echan para atrás a muchos productores a la hora de financiar un guion, y que tenerlo en cuenta puede conseguir la rendición no solo de jurados de festivales, sino de los ojos más importantes: los del público.
Te contaré casos reales de lo que hicieron con Breaking Bad, con películas que protagonizaba Brad Pitt, una historia de un escritor ruso con tuberculosis y algún que otro estudio de neurociencia aplicada al audiovisual.
Vamos a descubrirlo.